Luisa y Elena entraron en el gabinete acompañadas de su prima. Como era natural, me fijé desde luego en la recién llegada, con una insistencia que acaso pecaría de indiscreción, pero que disculpaba en parte el interés que, aun sin conocer la, me había inspirado.
Julia era alta, delgada, pálida y ligeramente morena. Tenía los pómulos acusados, la nariz fina y aguileña, los labios delgados y encendidos, las cejas negras y casi unidas, la frente un poco calzada y el cabello oscuro, crespo y abundante Como aquella mujer he conocido muchas, pero ojos como los suyos confieso que no había visto jamás. Eran pardos, pero tan grandes, tan desmesuradamente abiertos, tan fijos, tan cercados de sombra misteriosa, tan llenos de reflejos de una claridad extraña, que al mirarlos de frente experimenté como una especie de alucinación y bajé al suelo la mirada.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.