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Fairly Difficult

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CAPÍTULO 2: Facultades mentales del hombre y de los animales inferiores

En la conformacion corporal del hombre se descubren señales evidentes de su procedencia de una forma inferior; pero se puede objetar que esta afirmacion debe ser errónea, dado que el hombre difiere en alto grado del resto de los animales por la potencia de sus facultades mentales. Efectivamente, considerado bajo este aspecto, la diferencia es inmensa, aunque escojamos por términos de comparacion un salvaje del órden más inferior (cuyo lenguaje no tiene palabras para expresar números mayores de cuatro, ni términos abstractos para traducir los afectos) y un mono organizado privilegiadamente. La diferencia no seria ménos inmensa, aun para un mono superior, civilizado como lo está el perro, si se le comparase á su forma tronco, el lobo ó el chacal. Los habitantes de la tierra del Fuego figuran entre los salvajes más inferiores; pero quedéme sorprendido al ver á bordo del Beagle cómo tres de ellos, que habian vivido unos cuantos años en Inglaterra y hablaban algo el inglés, se parecian á nosotros por su disposicion y por casi todas nuestras facultades mentales. Si ningún sér organizado, excepto el hombre, hubiese poseido estas facultades, ó si fuesen en el hombre distintas de lo que son en los animales, nunca nos hubiéramos podido convencer de que pudiesen resultar de un desarrollo gradual. Pero es fácil demostrar claramente que no existe, entre las del hombre y las de los animales, ninguna diferencia fundamental de esta clase. Tambien debemos admitir que entre la actividad mental de un pez de órden inferior y la de uno de los monos superiores, media una distancia infinitamente mayor que entre la de estos y la del hombre; distancia en la que puede haber innumerables gradaciones.
La diferencia en la disposicion moral no es tampoco tan ténue entre el bárbaro que, por una leve falta, estrella un tierno hijo contra unas peñas, y un Howard ó un Clarkson; y respecto á la inteligencia, entre el salvaje que no emplea ninguna palabra abstracta, y un Newton ó un Shakespeare. Las diferencias de este género que existen entre los hombres más eminentes de las razas elevadas y los salvajes más embrutecidos, están enlazadas por una série de gradaciones delicadas. Es, pues, posible que pasen y se desarrollen de unas á otras.